Sunday, September 26, 2010

Crónica de la Ciudad de un México Histórico.

Parte de la ironía es que tengo una empresa de producción de video y fotografía y nunca cargo con una cámara. Entonces no hay más remedio que usar el recurso más antiguo y probado: un intento de descripción literaria.

Desde que me subí al metro a ritmo de " el metro" de los Tacubos en mi ipod, fui atacado por el griterío de los vendedores ambulantes (uno me venció de una estocada hecha lapicero ingenioso de cinco pesos el par, para mis hijas) luego fui rematado por la mirada insistente de una niña de mascara chata, de bellas facciones mexicanas: cabeza amplia, ojos almendrados y labio prominente que en su conjunto, era la carne sonriente de cualquier mascara maya de jade.

Después de mucho caminar, esperé en una larga línea que daba a uno de aquellos misteriosos arcos de plástico y metal que siempre se observan en los aeropuertos: Para entrar al Palacio Nacional se necesitaron dos estrictos filtros de seguridad. Luego la indicación a seguir el flujo marcado por flechas y guías.

La entrada ya de por si era impresionante: enormes arcos centinelas de un patio central con una fuente pristina de cantera y agua, coronada por un triunfante Pegaso de bronce.

Luego la inmensidad se convirtió en un claustro de algo que no debería impresionarme especialmente dada mi carrera y experiencia en aspectos audiovisuales. Era una presentación multimedia en una extensión de imágenes en las cuatro paredes del cuarto, perfectamente sincronizadas para parecer una sola imagen que nos rodeaba y nos adentraba en la música fastuosa, etérea y abundante.

Todo aquel colorido y las impredecibles notas tocaron mis tripas transformando aquellas mariposas viscerales en un revoloteo idílico de confusión intelectual, emociones húmedas y un patriotismo desconocido para mí.

Veíamos historia, industria, comida, paisajes, ciudad retando el tiempo con fondos de nubes con prisa o estrellas circundando horizontes hermosos y brillantes. Fue el águila de la nación y mexicanos de toda extirpe caminando: el descubrir sorpresivo de las pantallas nos incluyó a todos los presentes en cuatro paredes de espejos.

Toda esa película y la puntada de los espejos son una idea y una ejecución genial que relata y demuestra nuestro ingenio huérfano, nuestro trágico exceso de individualidad y orgullo en una tierra rica y noble. Solo falta hacer equipo como lo hicieron quienes integraron este impactante espectáculo. Maravilloso técnica y artísticamente.


Luego viví el tiempo por doscientos años: Me trasladé a la Nueva España de un tiempo viejo, al estandarte de Hidalgo con todo y su virgen desencantada; perdón, desgastada. A la auténtica declaración de la independencia, el “Sentimientos de la nación” de Morelos, los tesoros hechos armas, fusiles y espadas de aquellos personajes legendarios de nuestra historia. Me impresioné con tanto oro y joyas en la corona laureada de Benito Juárez y admiré la noble convicción moral de Madero con su carta original dirigida a Porfirio Díaz, llamándolo amigo y llamándolo también a la verdadera democracia, con todos los argumentos que su libro “La Sucesión Presidencial en 1910” le pudo dar.

Luego admiré como siempre los murales de Diego "milnombres" Rivera. Cuando sentí que el cansancio me mataba de ver miles de objetos preciados, la ironía del Mausoleo se apoderó de mis sentidos.

Dentro se encontraban las reliquias cuasi religiosas de los portadores de nuestra trágica y poderosa historia: la testa calva y barnizada de Morelos, junto a su espina dorsal. En un arca de oro las cuatro osamentas fusiladas en Chihuhua, resaltando la de Allende y la del Hidalgo que se identificaba por una H antigua dibujada en la nuca y por ser la única con un balazo en la sien, tiro de gracia, homenaje al miedo de verlo levantarse como ave Fénix de aquel fusilamiento anti-insurgente.

Quizás sabían desde entonces que era inmortal.

El impacto fúnebre atenuó mi cansancio y me hizo reflexionar ante el idealismo encima de la vida misma. Ruegos de los padres y un Vicente Guerrero diciendo "La patria es primero" y un Madero replicando cientos de palabras que derivaron en una pseudodemocracia postrevolucionaria que valió más que su traicionada vida.

Mis pies reclamaban descanso y mi mente reflexión. Mi cuerpo se movía ya flotando en la ingravidez inevitable de la curiosidad cuando vi al fondo las oficinas presidenciales ¡Abiertas!

No dudé en acercarme y un guardia muy amablemente me invitó a pasar:

- Hoy no hay actividad presidencial, así que bienvenido al despacho del presidente de la república.

Me guió hacia un largo pasillo y me indicó que el despacho estaba en la esquina del fondo. Caminé perfilado de pérfidos, virtuosos, dudosos, enigmáticos, ególatras o impertinentes presidentes: eran hermosos cuadros al oleo de escala casi real de los jefes de estado, si bien se ahorraron un poco de pintura con Obregón y Cárdenas, les faltó para Fox, que en su afamado intento por lucir, mostraba impávido un trazo modernista, muy distinto del retrato realista y sobrio de los demás, rayando en esos dudosos y afeminados colores pastel.

Me llamaron la atención los retratos de López Portillo y Salinas, quienes recargaban un puño férreo sobre libros. Apuesto que eran las auditorías del erario público que defenderían "como perros" de los ojos de contralores de oposición.

Finalmente di con la famosa o infame (según aplique la época) oficina del preciso. No pude evitar imaginarlo y me atrevo a confesar, imaginarme sentado en esa silla. El peso de millones, las toneladas de futuro que aprietan esas cuatro paredes hacían rechinar el claustro como submarino en profundidades prohibidas. Pero el crujido no es de agua gélida, es del reclamo del fantasma del pasado, del presente y del futuro. (Charles Dickens estaría muy orgulloso de mí).
Es un lugar sobrio y antiguo, más rebuscado y bello que la famosa oficina oval americana que tanto vemos en filmes domingueros. Y por si alguien tiene duda, si existe el teléfono rojo setentero, junto a la banderita justo a mano derecha del presidente diestro.

- Es para llamar a alguien muy importante en el caso de alguna situación extrema.- Me aclaró con tono misterioso aquel secretario perfectamente ataviado.

Supongo que no es para llamar a Dios porque sería un telefonito azul con nubecitas y chapa de oro. Espero que no sea para llamar al contrario colorado. Más bien apuesto que es para hablarle a un moreno improbable, pero harto poderoso.

Contrastaba con toda la antigüedad una terminal blanca UPC con conexiones de laptop y red. Estaba tirada, como una caja blanca casi improvisada justo al lado del "trono" presidencial. ¿Acaso el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos se agachaba a conectar su laptop cual preso de cubículo en maquiladora? No aguanté la curiosidad...

- Generalmente lo hace su secretario particular, pero si, si está ofuscado y es frecuente, no se espera, se agacha y a veces reclama entre dientes que esta lento otra vez el Wifi. Entonces se vuelva a agachar a conectar el cable de red.

- ¿Algún otro dato curioso?

- Mmmm odia el elevador y siempre usa las escaleras de "La patria es primero"... le encanta el agua de tuna del Samborns, nos pide que vayamos por ella a la casa de los azulejos, aunque no siempre hay. No podemos decir que es para el aunque una mesera ya sospecha.

Con un ademán pedí permiso para entrar a los otros salones que también estaban abiertos y amablemente el secretario me pidió que antes viera la cómoda con el balazo de cuando defendieron a Madero en la decena trágica.

Caminé por salones tipo francés que me recordaron a Versalles y uno muy curioso estilo Árabe donde sigilosamente trabajaba una secretaria encuadernando hojas de múltiples idiomas con el sello de la presidencia de la república.

- Es que va a haber protocolo, una recepción, pero por seguridad no damos detalles- me dijo ante mi curiosidad.

Finalmente me encumbré en el balcón más famoso de México. Hice una recreación de este festejo especial de doscientos años, sus bellísimos colores, el movimiento de aquel impresionante desfile y los tremendos fuegos artificiales. Grité en mi mente y vi la inmensa plaza rebosada de sesenta mil esperanzas, representando el coro armónico del "Viva México" de más de cien millones.
El cansancio se volvía banal y la curiosidad saciada me tumbaba a la fuerza de la gravedad terrenal. Tenía hambre y me desplacé al Samborns, la casa de los azulejos, arrullado por decenas de organillos multifónicos y bolereros, y untado de olores peculiares: el incienso mexica de las limpias públicas y ancestrales, los antojitos y el olor dulzón de los puesteros de merengues.

En el famoso y antiquísimo restaurante pedí lo más mexicano que se me ocurrió: consomé, chiles en nogada y -por supuesto- agüita de tuna presidencial (si había, lo que quizás era una señal de que debía yo incursionar en la política como me insiste un buen amigo).

Me acompañaron las leyendas del lugar: el Cristo que lloró por el temblor de hace dos siglos, la muerte acuchillada de un conde famoso en las ennegrecidas escaleras, el gran mural de José Clemente Orozco , los fantasmas de Orizaba y la riqueza legendaria y surreal de Carlos Slim.

Finalmente regresé por donde vine en un viernes, hora pico. El torrente humano de un rio subterráneo y carnal llamado metro se lucía con especímenes diversos: el emo que se escondía tras su pelo y su ipod, el grupo universitario que cantaba la porra de la victoria, el naco que piropeaba soezmente ya ante el reclamo femenino afirmaba algo como "Estudié leperatura y letras en la universidad de Bulgaria mi reina...", aquel travesti que le estorbaba toda su realidad cuando caminaba, los enamorados besucones que nos dan harta envidia, el fresa desconcertado por el "hoy no circula" o su “nave” del año en el servicio de agencia, tantos vendedores barítonos en opera discorde y miles de ejemplos mas tan coloridos como diversos.

Todo aquello al ritmo de los tacubos, me hizo pensar en la fascinación que tienen los neocineastas urbanos capitalinos por aquel folklor tan único.

Acabé en una librería vieja donde previamente había divisado dos libros antiguos de Antonio de Trueba de 1862, edición especial para la reina Isabel II, que debían valer mucho más que los 360 pesos que pagué porque inclusive, esos libros se mencionan de modo particular en Wikipedia.

Ojalá me haga rico con ellos, porque se me antojaría echarme un agüita de tuna con Felipe y Carlos en el salón verde de los secretos (donde solían reunirse Obregón y Calles para cuchichear el futuro del país, de ahí el nombre) para discutir de economía y ese escabroso asunto del narco, que nomás no le hallamos solución.

Sunday, September 23, 2007

Crónica de la muerte presente.

Llegué a la edad de presenciar los entierros. O peor aun presenciar las agonías. Mi madre fue una excepción precoz, porque aunque la leucemia había sido anunciada años antes, la realidad de la muerte me fue mordiendo hasta muchos años después de su misma muerte.

Ahora nuevamente. Un dialogo reflexivo y profundo con mi mujer.

- Se esta muriendo mi abuela
- Si…¿que gacho verdad?

Y es que ante la muerte es difícil saber que decir. Dentro de mí visualizaba mi llegada con la frase mas inadecuada que puede escuchar alguien que agoniza

- Hola abue…¿Cómo estas?

Yo me contuve, pero mi prima sucumbió ante la confusión de la costumbre.

Es tan común la muerte y tan ajena. Tan cercana como las notas del periódico y tan lejana que nos hace sentir eternos e inmortales.

Es su reflexión el cliché más grande de artistas, filósofos y toda clase de intelectuales. De aquellos que con un pánico contenido expresan su perspectiva con la arrogancia del que se siente salvo,sano, vivo, para –en ocasiones- ser aleccionados por el cáncer incurable, la letánica diabetes, el intempestivo accidente o peor aun, la depresión que redunda en un suicidio, tan estereotípico de los amantes de las letras y las artes.

No hay que retarla, porque históricamente, ella siempre gana.

Y cuando esta cerca, hay que tratar de entenderla, porque solo queda la esperanza. (La fe es una mejor receta, dicen algunos).

A treinta y cinco mil pies y entre las nubes, recordé aquel día que me dijeron que mi madre había muerto. No quiso que yo la viera agonizando, por lo que no estaba enterado del proceso. A esa altura y con la flecha de la confusión clavada entre mis llorosos ojos, solo estaba esperanzado en que ella estuviera ahí afuera, sin necesidad de cabina presurizada, sencillamente sintiendo la brisa fría de aquel cielo y disfrutando del color azul profundo de arriba, el dorado de la tarde y el blanco esporádico de la nube algodonada. Quizás hasta podía sentirla.

Ojala me estuviese sonriendo a través de la ventanilla. No lo se.

Hoy, recordaba y rogaba por la esperanza de mi abuela. Quizás volaría un poco de espaldas para alcanzarla en este espacio tan azul y amplio, porque ellas hacen las cosas al revés: Murió la hija (mi madre), hoy agoniza la madre (mi abuela) y nos sobrevive la abuela (mi bisabuela).

Mi bisabuela tiene noventa y tres años ha visto muchas muertes, pero nunca tan cercanas. Y sigue siendo la mas fuerte. Con sangre de quinceañera, dice su doctor cuando revisa sus exámenes.

La vi primero a ella, ancianita encorvada pero vigorosa, de ojos tristes pero profundos, de boca maltratada pero buscando sonrisas. Tierna toda en si y tambien porfiada.

Aun triste sonreía ante la gracia de vernos a todos juntos, pero en ese vaivén de emociones se rebosaban sus ojos grises de llanto ante lo que invariablemente llegaría.

- Mira a mi hija, pobre de mi hija. Y yo aquí. Yo aquí.- Repentinamente sollozaba.

Sabía que la muerte esperaba con misericordia a que nos despidiéramos. Quizás se impacientaba en aquella antesala vieja de muebles de caoba y de tapicería rosa desgastada, viéndonos pasar, reir, recordar, llorar. De repente quizás le gustaba oir otra mas de millones de historias de vida o solo estaba observando a quien seguía.

El caso es que la teníamos de visita.

Cuando por fin vi a mi abuela, no pude menos que impactarme: La mujer dominante y vanidosa, de sonrisa difícil pero amplia, la de la voz alarmante, quebrada, urgida. La de pasiones y confusiones infinitas. La mujer que amamantó de leche, consejos, gritos y educación a sus hijos. La que creía en lo mistico y lejano y la que amaba lo material y cercano. La que soñaba con la grandeza de sus nietos. La que le faltaban glorias y le sobraban luchas, esa guerrera incomprensible e incomprendida, mujer y hombre, grito y silencio, dia y noche, amor y dinero...

Hoy se desvanecía, se derretía en su lecho abriendo un solo ojo amarillento y profundo, extendiendo diez centímetros un brazo que luchaba como para avanzar veinte leguas, solo para tocar mi mano.

Un solo gemido salió de su boca y cuando le sonreí, torció el rostro intentando lograr una sonrisa. No había mas ella en su totalidad, era la fracción ultima, pero quizás la mas bella.

Luego las cartas de mis hijas que le hicieron volcar su cuerpo para tratar de verlas mejor. Lanzó un apagado gemido de un gozo desconocido y la mezcla de felicidad y tristeza de ver sus rostros por última vez en unas fotografías 8x10. Apretó con su mano un gato de peluche que su nieta le pegó a la carta. Ella no la podía leer mas, pero era innecesario porque de cualquier modo, la carta de mi hija, la mas chica, era absolutamente ininteligible en letras, pero muy clara en su tierno amor.

La muerte le arrulla o susurra algún misterio, porque no tiene miedo. El ojo me mira con profundidad y silencio y en el momento en que estuvimos solos, yo recostado junto a ella, solo se sintió la tranquilidad de los recuerdos. La foto de mi madre en un altar muy cerca de ella, porque ella empezó a morir con su partida: eran una. Cuando llegues, dile que la extraño.

No se cuando llegue el momento y mientras, esto se vuelve un festejo: A nadie lo quiero de negro,todos de colores claros. Siempre lo dijo. Hoy quiero vestirme de blanco. Hoy quiero sentarme junto a la muerte en los muebles de mi infancia, los muebles eternos de mis primeros recuerdos, aquellos de la abuela. Las vitrinas, comedores, mesas, jarrones, estatuas, cofres, cuadros y espejos que sobrevivieron cada uno de mis respiros, cada casa vieja y nueva, grande o chica, cada bonanza y tragedia, la muerte de mi madre que según me dicen se meció en aquella silla la ultima vez que levantó el teléfono para oir mi voz. Nos sobrevive entonces la madera de decenas de años que guardan su aroma y su voz. La de las dos.

Decido dialogar con la muerte que esta cruzando el comedor, por supuesto, en la cabecera:

- Entonces, ¿Ya que esperas?

Su silencio me obliga a pedirle lo mismo que a mi abuela, pidiendo en silencio.

- Si las ves antes que yo; uno nunca sabe, dile a las dos, mientras se abrazan, que sepan que las extraño. Me hacen falta. Y tengo que admitirlo…me haces daño.


Monday, July 30, 2007

Musica




















Nunca dejes de escuchar
la musica que llevas dentro
el solitario susurro
de ese sencillo momento
de sueños inalcanzables
de ese mentado portento
de este tiempo que va lento.

Nunca dejes de cantar
de gritar tus alabanzas
de pensar en lo que alcanza
tu vida, tu mente y tu cuerpo.

Nunca dejes de reir, ni de llorar
no hagas caso de la vida
ni la muerte tan temida
solo has caso de bailar
al paso casi elocuente
que tararea el valiente
cuando quiere sollozar.

Nunca dejes de mirar
lo que los ciegos admiran
de escuchar lo que los pajaros trinan
cuando el sordo se aproxima
para mirarlos volar

Nunca dejes de escuchar
la musica que nunca acaba
la que late y la que duele
la que nos hace sangrar.

Fotografía y poema
Gabriel Reyes García

Monday, October 17, 2005

El arma



El rey se sentía tan poderoso en su pueblo como el mismo sol en el universo. Central y fuerte ante sus hombres, aun así luchando por mantener la sabiduría y humildad ante su pueblo –pero mas aun- ante los Dioses. No así consigo mismo, porque había aprendido a no engañarse a si mismo.

Entendía también –porque las sabias mujeres lo habían visto en los oráculos- que el poder era necesario en el. Debía reconocerlo y apreciarlo como el respiro de aire fresco en la mañana, que llenaba su cuerpo y su alma de vida.

Era un hombre poderoso entre sus hombres. Pero nadie sabia aun que tan poderoso era en comparación con su enemigo.

Entonces decidió ir al risco de la cabeza de águila, para pedirle a los Dioses que le otorgaran el arma mas poderosa de la tierra.

El sentía que la merecía porque la precisión de su entrenamiento, la profundidad de su devoción religiosa y el amor por su pueblo deberían favorecerle ante los Dioses. Quizás –porque los oráculos decían- fuera imposible evitar al enemigo, pero era posible que los Dioses encontraran la solución otorgándole aquella arma, que debería existir.

Entonces les grito y oyó sus propias palabras regresar tres veces. Tres intentos mas y no escucho mas que su propio grito arrullado entre aves y el rítmico rugido de un mar agitado. En el cuarto intento, el eco fue una palabra distinta

- La tendrás- Escucho apenas y no escucho nada mas.

Esa noche soñó a la deidad vestida de su manto de agua fresca y brisa salada, que le dijo:

- Cuando amanezca supervisa a tus hombres, los cercanos y los lejanos. Moviliza a todos los guerreros y a los guerreros de tus guerreros con una disciplina tal que muestre tu autoridad. Acércate a los dos guerreros que menos conozcas, ordénales que demuestren su lealtad y su fe saltando por este risco. Luego detenlos, porque solo es cuestión de probar su fe.
- Haz que las sagradas mujeres oren como nunca y te demuestren sus artes. Prueba la sabiduría de tu mujer preguntándole acerca de los oráculos y las tradiciones, habla con tus hijos y haz que te muestren sus habilidades en la literatura, historia, arte de la guerra, música y la pintura.
- Luego entonces, si todos aquellos que amas demuestran su lealtad, su obediencia ante tu autoridad, recibirás esa misma noche el arma, un arma que requiere de maestría y precisión para poderla usar correctamente.

Hizo lo que se le pidió que hiciera: Apenas amaneció convocó en la gran explanado a los guerreros y sus guerreros, con todos sus hombres de confianza a los lados. Ordenó comenzar a construir aquella torre centinela que siempre había pensado era estratégica para la guerra que venía, con labores que parecían imposibles para un solo día.

Nadie vaciló. Luego le preguntó al general quienes eran los oficiales mas jóvenes del ejercito y los hizo llamar. Les ordeno subir al risco cabeza de águila y saltar después de una oración a la Deidad. Pudo ver una profunda mirada en sus ojos, pero nunca una duda. Al llegar allá, su mujer –la reina- estaba esperándolos con las sagradas mujeres para hacerlos regresar, después de una ceremonia de agradecimiento a su lealtad.

El se encontró con ellas poco después y les pidió que hicieran un altar en ese mismo lugar. Un altar de piedra, agua, viento y fuego que fuera el mas bello jamás concebido por su pueblo.

Luego –camino de regreso- conversó largamente con la reina acerca de los oráculos, acerca del futuro, acerca del orden del palacio y el avance de las princesas.

Llegando al palacio hizo llamar a sus hijos y disfrutó de la literatura, los despliegues de danza y arte de guerra, la música y de los frescos en la pared, que habían realizado con mucha habilidad asesorados de los académicos del palacio.

Esa noche, ya casi rendido por las arduas e inusuales labores del día, el rey decidió ir al templo dentro del palacio a orar y a esperar el veredicto de los Dioses. Sin duda su pueblo había demostrado devoción ante su autoridad. Sin duda había desplegado como nunca su poderío y respeto. Sin duda la promesa sería cumplida.

Cuando llegó al santuario, se sorprendió al ver a la mas pequeña de sus hijos sola, jugueteando con las valiosísimas escrituras sagradas de los antepasados.

El mismo cansancio lo hacia un hombre menos tolerante, y le llenaba de rabia el pensar que podía movilizar un ejercito entero en un día sin ningún contratiempo ni vacilación, mientras que dentro de su mismo palacio no podía imponer la disciplina en una infante de apenas dos años de edad.

Su furia se incremento a grado tal de cegar su juicio cuando descubrió que la pequeña princesa había destruido parte de las escrituras, y mas fue su rabia cuando ella con una protesta acompañada de una burlona hinchazón de mejillas, se negó a devolver los dos papiros sobrevivientes.

El había aprendido que la disciplina y el justo castigo habían servido con sus hijos mayores, que ahora eran un ejemplo de buen comportamiento. Procedió a actuar con rigor sobre la mas pequeña.

Justo en el momento en que se disponía a usar la fuerza, la pequeña dio medio giro graciosamente con el cuerpo, con una habilidad inaudita. Inclino ligeramente la cabeza y esbozó una enorme y preciosa sonrisa, acompañada de una ligera carcajada.

El rey se detuvo en seco. Sintió una debilidad desconocida. Nada podía hacer. Se supo vencido y por primera vez, el perder le daba una sensación de serenidad desconocida para el.

Sintió una aire fresco llenar sus pulmones y aprecio por primera vez la calidez de la luz del fuego pintarse sobre las sonrojadas mejillas de su pequeña. La abrazó con ternura.

Aquel poderoso guerrero había sido vencido por una sonrisa.

Los Dioses, como siempre, habían cumplido con su palabra.

Fragmento de la novela "El pueblo perdido" de Gabriel Reyes.

Wednesday, October 12, 2005

La Deidad, la Mente y la Fe



Esta es la pintura en la que esta basada el relato "La deidad, la mente y la fe"

Pueden encontrar este relato en los archivos de este Blog.

La pintura mide aporx 2.5 m x 2.5 m es del artista tijuanense Aristides Aleman. Esta expuesta en las instalaciones de iDigital en la ciudad de Tijuana.

Tuesday, October 11, 2005

Dama de Rojo



Yamilka pinta, Yamilka siente, a veces llora y otras rie con la franqueza que solo su sonrisa conoce. Todo lo demas son momentos y reflexion. Tiempo inutil para no pintar. Distraccion del destino.

Solo Yamilka ha volcado mis palabras, las ha volteado y revuelto como los colores primarios de su paleta. Las entiende y las hace tan propias como cuando las lee en su mente, cuando se convierten en rito o en imaginaria leyenda. Las convierte con su trazo suave o desesperado en la historia de todos, que a la vez es la mas propia y original.

Todos amamos. Todos lloramos.

Mientras...

Yamilka es tan dulce y aguerrida como el azul o el rojo sangre.

Yamilka es pasion.

Yamilka es luna azul.

O es del color de su vestido.

Saturday, October 01, 2005

Cadaver exquisito (ahora de Fito Paez)

Esta es una de mis rolas favoritas y siempre me habia preguntado porque se llamaba asi.
Ahora gracias a Moni ya se :-) Una vez mas, me siento como cuando tenia siete años y por fin empezaba a entender cosas como el letrero de "Ceda el paso"... Siempre hay algo nuevo...

Sigo ahora haciendo la tarea del curso de Imagineering: Theme Park Engineering. Ahora Geo tambien esta interesado en un proyecto basado en Imagineering. Que felicidad ! Por fin me hicieron caso con eso de "Las locuras tecnologicas del Gabriel" como el gerente le llama a nuestras ideas.

Tengo muy descuidado el programa de radio...la literatura y las fotos... me hace falta darle menos a los negocios y mas al arte...ya vere como le hago.

Ahi les va la rola. Bajenla del ares o el kazaa. Esta chingona.

Comienza el día
y una luz sentimental
nos envuelve, vuelve, se va
la fabulosa sinfonía universal
nos envuelve, vuelve, se va
tango, sexo, sexo y amor
tanto tango, tanto dolor
mi vida gira en contradicción,
jamás conquisté mi corazón
mas dónde estaba cuando pasó lo que pasó
hablándome al espejo solo?

Vengo de un barrio
tan mezquino y criminal,
quizá te queme, queme, quizá.
Vengo de un barrio
siempre a punto de estallar,
quizá te queme, queme, quizá.
Si de nada sirve vivir,
buscás algo por qué morir.
El tiempo me ha enseñado a mirar
a veces me ha enseñado a callar,
dónde estabas cuando pasó lo que pasó
hablándote al espejo sola?
Es tanta la tristeza y es tan ruin
que celebro la experiencia feliz,
la estupidez del mundo
nunca pudo y nunca podrá
arrebatar la sensualidad.

Busco mi piedra filosofal
en los 7 locos,
en el mar,
en el cadáver exquisito,
en no tener piedad,
en la quinta esencia de la música
dentro mío en el amor

y el...
Odio tener que pensar,
preferiría tu sonrisa a toda la verdad
avanzo un paso,
retrocedo y vuelvo a preguntar
que algo cambie,
para no cambiar jamás
todo es imperfecto amor
... y obvio.